Microbios, calentamiento global y extinciones.

permafrost metano

Mientras se produce un acelerado deshielo en el Ártico, en el norte de Suecia se reproduce aceleradamente un microbio capaz de generar enormes cantidades de metano.

El metano, principal componente del gas natural, es un potente gas de efecto invernadero, siendo 25 veces más eficiente en retener el calor que el dióxido de carbono, por lo que su aumento contribuye a la aceleración del calentamiento global.

Miles de millones de años atrás, antes de que las cianobacterias oxigenaran la atmósfera de la Tierra, en los entonces tibios y poco profundos océanos, existían unos microbios del grupo llamado archaea que liberaban gas metano a la atmósfera, por ello que se les conoce como metanógenos. Hoy día existen descendientes de estos microorganismos, se conocen desde finales del siglo XVIII, y como no necesitan del oxígeno para sobrevivir, se les puede encontrar en diversos hábitats como el lecho de los lagos, el fondo marino, también en ambientes extremos como chimeneas marinas, géiseres o pozos de petróleo; en el intestino de algunos mamíferos como los rumiantes y los seres humanos, o incluso dentro de bacterias que están dentro de las termitas.

Desde hace unos años los investigadores están prestando mucha atención a los metanógenos que viven bajo las capas de hielo permanente o permafrost, allí se alimentan del hidrógeno y el dióxido de carbono producido por otras bacterias con las que conviven y generando metano como subproducto.

Hasta hace poco este hecho no representaba ningún problema para el ecosistema, pues las pequeñas cantidades de metano que estos microbios producían se mantenían bajo el hielo, mientas que una parte era consumido por otros microorganismos consumidores de metano. Sin embargo, el calentamiento de las regiones árticas ha alterado este sistema, y ahora los metanógenos tienen acceso al dióxido de carbono y al hidrógeno, el cual es convertido en metano que es transportado a la atmósfera, favoreciendo aún más el calentamiento del medio ambiente.

Diversos estudios han demostrado que el permafrost de las ciénagas de Stordalen en Suecia, se ha derretido rápidamente en los últimos 30 años y que la zona emite una cantidad cada vez mayor de gas metano. Rhiannon Mondav, una estudiante de doctorado de la Universidad de Uppsala, decidió tomar muestras de la turba, agua y aire de la zona, que al ser analizadas permitieron descubrir un metanógeno hasta ahora desconocido que llamaron methanoflorens stordalenmirensis, y que sorprendentemente constituía el 90% de los metanógenos de la ciénaga de Stordalen; pero no es exclusivo de esta zona, ya que se han encontrado en otras ciénagas y humedales.

Lo peculiar de este microorganismo es que se ha adaptado tan bien al deshielo del permafrost, que a medida que este hielo se va descongelando, el microbio se va extendiendo, de forma similar a como lo hacen las algas, por áreas cada vez más bastas. Y dado que el metano es un subproducto de su metabolismo, esto traerá importantes consecuencias para el medio ambiente.

El permafrost se derrite

La continua desaparición de estas capas de hielo no es un fenómeno exclusivo de las ciénagas de Suecia, la capa ártica del este de Siberia también está experimentando el deshielo de su permafrost y esto puede traer consigo graves consecuencias.

Mientras el permafrost del suelo marino está congelado, forma una capa que atrapa el metano que está debajo, pero conforme se descongela, se forman huecos por donde escapa, lo que puede contribuir a un aumento en la temperatura.

Actualmente se estima que en el este de Siberia, se está liberando al menos 17 teragramos al año de gas metano, (un teragramo equivale a un millón de toneladas); llegando a igualar a la cantidad de metano que se produce en la tundra, que es considerada una de las mayores fuentes de metano del hemisferio norte.

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Agujeros en el hielo

En lo que va de año, se han encontrado 3 agujeros de entre 15 a 100 metros de ancho en el norte de Siberia.

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Vladimir Romanovsky, geólogo especializado en el estudio del permafrost en la Universidad de Fairbanks de Alaska, junto con otros colegas, ha estado estudiando la estructura de estos huecos y ha observado que presentan restos de lodo de un metro de altura que fue eyectado hacia la superficie. Dado que esta parte de Siberia contiene profundos yacimientos de metano, así como pequeños lagos formados hace 4 000 a 10 000 años atrás, cuando el clima era más cálido, ha hecho pensar a Romanovsky, que la presión creada posiblemente por el gas, eventualmente arrojó el lodo a la superficie conforme el suelo se hundía.

Según este geólogo, el desarrollo de los huecos en el permafrost puede ser un indicador del calentamiento global, y de ser así, es probable que veamos más de estos agujeros en el futuro.

La ultima vez que se registró un aumento exponencial en los niveles de metano en la atmósfera, ocurrió algo verdaderamente catastrófico a nivel planetario.

La gran extinción o gran mortandad.

La gran extinción

252 millones de años atrás, entre el fin de periodo Pérmico y comienzos del Triásico, cerca del 90% de todas las especies del planeta fueron exterminadas.

Por mucho tiempo se ha venido especulando sobre las causas que originaron semejante hecatombe, ¿erupciones volcánicas, asteroides, intensos incendios de carbón? En marzo de 2014 se hizo público un estudio realizado por investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y colegas chinos, en donde se apuntaba como causante de esta masiva mortandad a un microbio de la familia de los metanógenos llamado Methanosarcina. Esta novedosa y prometedora propuesta, sostiene que este microbio floreció súbita y rápidamente en los océanos, debido al influjo repentino de un nutriente indispensable para su crecimiento, el níquel, que fue proporcionado por las dramáticas explosiones de los volcanes siberianos, que según se estima, son las que han producido los mayores depósitos de níquel del mundo.

Hasta entonces, los metanógenos generaban metano a partir del dióxido de carbono y el hidrógeno, pero la methanosarcina había adquirido la capacidad de aprovechar la rica fuente de carbón orgánico en los lechos marinos al haber experimentado un intercambio de genes con una antigua bacteria que se alimentaba de celulosa, lo que le permitió arrojar exponenciales cantidades de metano en los océanos y en  la atmósfera, cambiando dramáticamente el clima y la química de los mares.

El aumento en las cantidades de metano incrementó los niveles de dióxido de carbono en los océanos, ya que los residuos biológicos son convertidos en metano por estos metanógenos, y éste es a su vez transformado en dióxido de carbono por otros organismos, dando como resultado una acidificación,  similar a la que predicen algunos científicos que se produciría de no hacer algo para evitar el cambio climático y que  eliminó al 95% de las especies marinas.

 

El alienígeno origen de las nubes nuctilucentes.

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Este particular tipo de nubles también conocidas como nubes mesosféricas polares, con su peculiar forma de ondas luminosas color azul eléctrico, suelen dar una especie de atmósfera alienígena al cielo crepuscular, y es que dicha semejanza no es coincidencia, ya que el ingrediente clave para su formación proviene del espacio exterior.

James Russell de la Universidad de Hampton y jefe del proyecto que tiene a su cargo el satélite AIM, llamado así por las siglas en inglés de Aeronomía del Hielo en la Mesosfera (Aeronomy of Ice in the Mesosphere) de la NASA,  se encarga de analizar este tipo de fenómenos, y señala que se ha detectado que este tipo de nubes contienen una pizca de humo de meteoros.

Las nubes nuctilucentes o nubes luminosas, según lo indica su nombre, han sido todo un misterio desde su descubrimiento en 1885 por el alemán T.W. Backhouse. En un principio se pensó que su origen se debía a las cenizas arrojadas por la explosión del volcán Krakatoa, pero en cuanto las cenizas desaparecieron llevándose consigo los formidables atardeceres que hicieron de la observación de los cielos vespertinos un romántico pasatiempo, las nubles nuctilucentes permanecieron, y hoy día pueden ser observadas con mayor claridad que nunca entre los 50 y 70 grados al Norte y Sur del Ecuador.

Fotografía de Adrian Maricic. Loch Leven Fife, Escocia. 2 de julio, 2011.

Fotografía de Adrian Maricic.
Nubes nuctilucentes sobre el lago Leven, Escocia.
2 de julio, 2011.

El satélite AIM lleva consigo tres instrumentos, uno de ellos denominado SOFIE, según las siglas en inglés de Ocultación Solar para el Experimento de Hielo (Solar Occultation for Ice Experiment), que como su nombre lo indica, utiliza una técnica de ocultación solar para medir la energía proveniente del Sol que atraviesa el limbo de la atmosfera terrestre mientras el Sol sale o se oculta. Con la ayuda de este instrumento se ha podido determinar que cerca del 3% de cada cristal de hielo que compone las nubles nuctilucentes, tiene un origen meteórico.

El interior de nuestro sistema solar está plagado de meteoroides de diferentes tamaños que van desde los 50 metros hasta diminutas motas de polvo. Cada día la Tierra atrapa toneladas de este material, principalmente los más pequeños, cuando estos meteoritos penetran la atmósfera se incendian, dejando atrás una especie de niebla compuesta de diminutas partículas suspendidas a una altura de entre 70 a 100 kilómetros sobre la superficie terrestre. No es coincidencia que las nubles nuctilucentes se formen a 83 kilómetros de altura, directamente en la zona de niebla meteórica, porque precisamente estas diminutas motitas actúan como puntos de atracción donde las moléculas de agua se reúnen para formar cristales de hielo, en un proceso llamado nucleación.

La nucleación es un fenómeno que ocurre todo el tiempo en la capas inferiores de la atmósfera. En las nubes ordinarias, las motas de polvo en suspensión e incluso los microbios sirven como sitios de nucleación. Las gotas de agua, los pequeños cristales de hielo y los copos de nieve, se aglomeran alrededor de estas partículas y caen a la tierra cuando son lo suficientemente pesados.

Los agentes de nucleación son especialmente importantes en el etéreo reino de las nubes nuctilucentes, ya que estas nubles se forman en los límites del espacio exterior donde la presión del aire es casi nula, y por lo tanto las probabilidades de que dos moléculas de agua se encuentren son pocas, y de que se junten son aún más escasas, pero el humo de los meteoros ayuda a que se den las condiciones necesarias para ello.

Según los datos obtenidos a través del satélite AIM, los cristales de hielo pueden conglomerarse alrededor del polvo de los meteoros de rango entre 20-70 nanómetros. En comparación, las nubes tipo cirro que se forman en la parte más baja de la atmósfera donde el agua es abundante, contienen cristales entre 10 a 100 veces más grandes.

El pequeño tamaño de los cristales de hielo explica el color azulado de las nubes. Las partículas pequeñas tienden a dispersar las longitudes de onda de luz más cortas (azules) de forma más intensa que las longitudes de onda más largas (rojas). Así que cuando un rayo de luz golpea una nuble nuctilucente, el color azul es el que se dispersa hacia la Tierra.

El humo de los meteoros explica mucho sobre las nubes nuctilucentes, pero aún persiste un misterio fundamental. ¿Porqué brillan y se esparcen?

La importancia de su estudio

En el siglo XIX, las nubes nuctilucentes sólo eran visibles desde mayores altitudes, como Canadá o Escandinavia, pero en época reciente han sido observadas más hacia el sur, en lugares como Colorado, Utah y Nebraska. Russell cree que esto se debe al cambio climático.

Uno de los gases más abundantes en la atmósfera desde el siglo XIX es el metano; subproducto del carbón, gas natural, petróleo, vertederos y de actividades agrícolas.

Resulta que el metano incrementa al formación de las nubes nuctilucentes, como lo explica Russell, “cuando el metano llega a las capas más altas de la atmósfera es ionizado a través de una compleja serie de reacciones hasta formar vapor de agua, y es este vapor extra lo que permite la formación de cristales de hielo para la formación de las nubes nuctilucentes.

Este gráfico, preparado por el profesor James Russell de la Universidad de Hampton, muestra cómo el metano, un gas de efecto invernadero, hace que aumenten las cantidades de vapor de agua en la superficie de la atmósfera.  Las moléculas de agua se congelan alrededor del humo dejado por los meteoros para formar las nubes nuctilucentes.

Este gráfico, preparado por el profesor James Russell de la Universidad de Hampton, muestra cómo el metano, un gas de efecto invernadero, hace que aumenten las cantidades de vapor de agua en la superficie de la atmósfera. Las moléculas de agua se congelan alrededor del humo dejado por los meteoros para formar las nubes nuctilucentes.

De comprobarse esta teoría, las nubes nuctilucentes resultarían ser una especie de “canario de mina” que nos alerta sobre cuál es el principal gas de efecto invernadero. Y es por esto que también resulta importante su estudio, porque aunque tienen una apariencia extraterrestre, nos dicen algo muy importante sobre nuestro propio planeta.

http://science.nasa.gov/science-news/science-at-nasa/2012/07aug_meteorsmoke/

5 mitos sobre el deshielo de la Antártida.

Retroceso glaciar

Últimamente se ha hablado mucho sobre el eminente colapso de la capa de hielo de la Antártida, que parece haber alcanzado un punto de no retorno según los estudios realizados por las Universidades de Washington y California, y que se estima consecuencia directa del cambio climático.

Sin embargo aún existen muchos mal entendidos sobre este fenómeno que conviene aclarar.

  1. El hielo de la Antártida está aumentando, no deshaciéndose

En efecto, el hielo marino de la Antártida está en continuo aumento desde las últimas décadas, pero lo que algunos no entienden al respecto es que el hielo marino no es lo mismo que los glaciares. Cuando los científicos hablan del derretimiento de la capa de hielo de la Antártida, se refieren a los glaciares existentes en tierra firme.

A diferencia de la capa de hielo oceánico del Ártico que persiste todo el año, en la Antártida casi todo el hielo del mar se derrite en verano. Por lo que el aumento del hielo marino, no influye en la masa total del hielo Antártico.

Resulta interesante que precisamente los mismos factores que influyen en el aumento del hielo marino pueden estar relacionados con el derretimiento de los glaciares. Vientos más fuertes, junto con un cambio en la temperatura oceánica y la salinidad del mar, influyen en el incremento del hielo marino al crear áreas abiertas donde puede formarse el hielo y reducir el derretimiento del mismo. Pero estas mismas condiciones también están ligadas a la progresiva desaparición de los glaciares, ya que los vientos conducen a un patrón en la circulación oceánica que conduce agua más cálida a la zona, la cual está derritiendo los glaciares desde abajo.

  1. Los glaciares se están derritiendo por la actividad volcánica

La parte oeste de la Antártida, donde el deshielo es más acusado, coincide con la mayor concentración de volcanes activos del lugar, lo que lleva a muchos a preguntarse si esto es lo que está influyendo en el derretimiento del hielo en lugar del cambio climático.

Varias líneas de investigación apuntan que un no rotundo como respuesta.

Por ejemplo en Islandia existen muchos volcanes activos pero los glaciares aún cubren su superficie, lo que demuestra que el fuego y el hielo pueden coexistir en los volcanes sin provocar un deshielo generalizado. Los volcanes tipo tuyas, (volcanes subglaciales) erupcionaron a través de las capas de hielo durante la última edad de hielo, y hay poca evidencia de que hayan causado un rápido y catastrófico derretimiento glaciar.

La actividad volcánica de la zona oeste de la Antártida no ha cambiado significativamente en las últimas décadas, que es precisamente cuando los glaciares comenzaron su galopante retroceso. Además los científicos han calculado que se necesitaría una súper erupción, más grande que la que podría producir el volcán de Yellowstone,  para que estos volcanes puedan derretir las millas de hielo que los cubren.

  1. Todo es consecuencia de la conspiración sobre el calentamiento global

Los estudios más recientes del oeste Antártico se basan en observaciones directas del deshielo glaciar, no en modelos computarizados o proyecciones climáticas. Y precisamente estos estudios concluyen que los 6 glaciares más grandes del oeste de la Antártida están  retrocediendo rápidamente y ningún calentamiento o enfriamiento global, excepto una nueva edad de hielo, podrá hacer mella en el retroceso.

  1. De todas formas la Tierra se acerca a una edad de hielo

Los climatólogos están de acuerdo en que la Tierra se ha calentado y enfriado de forma natural a través de su historia. Estos ciclos se han venido repitiendo cada 100 000 años desde los últimos 900 000 años. Si este patrón se repite una vez más, la Tierra debería estar encaminándose hacia otra edad del hielo, sin embargo ahora existe un nuevo factor que interviene en el ciclo: los humanos.

Los gases de efecto invernadero, los aerosoles (partículas contaminantes transportadas por el aire), y otros cambios provocados por los humanos, hacen que el ciclo natural del clima no se produzca de igual forma que en el pasado. Además los niveles de dióxido de carbono están alcanzado niveles no vistos desde hace 3 millones de años, cuando la Tierra era un sitio mucho más caliente, antes de que los humanos modernos evolucionaran. Así las cosas, se puede concluir que la edad de hielo aún está muy lejos de producirse. 

  1. Si el hielo se derrite, los niveles oceánicos deberían permanecer iguales porque es la misma materia en diferente estado flotando en el agua.

Como se apunta al comienzo de esta entrada, los glaciares a los que se refieren los informes son los enormes bloques de hielo continental, no el hielo que flota en el océano. Aunque es cierto que los glaciares de la Antártida terminan en plataformas de hielo flotante que se extienden en el océano, la basta mayoría del hielo se encuentra en tierra firme.

Un hecho interesante que a su vez confirma el proceso del deshielo antártico, es el hecho de que en la zona oeste de la Antártida, donde los glaciares han retrocedido, la tierra se está elevando.   Este fenómeno llamado ajuste postglacial o ajuste isostático, se produce cuando la tierra se libera del peso de los casquetes glaciares, algo que también está ocurriendo en algunas zonas de Norteamérica que estuvieron cubiertas de glaciares durante la última edad de hielo.

 

 

Vía: http://www.livescience.com/45571-antarctic-melting-myths.html

Erupciones volcánicas: un alivio al calentamiento global

Volcán, Sarychev, Rusia

Desde 1990, los científicos han observado más de dos décadas de rápido calentamiento global, y por lo tanto esperaban que esta tendencia continuara, pero a pesar de el incesante incremento en la emisión de gases de efecto invernadero, la temperatura de la superficie terrestre ha permanecido casi igual en los últimos 15 años.

En un estudio publicado esta semana en la revista Nature Geoscience, un grupo de científicos del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), junto otros colegas de varios lugares de Estados Unidos, reportan que las erupciones volcánicas han contribuido a este reciente enfriamiento, y que la mayoría de los modelos climáticos no han tomado en cuenta los efectos de la actividad volcánica de forma correcta.

Como lo explica Susan Solomon, profesora de Química Atmosférica y Ciencias Climáticas en el MIT; existen muchos componentes en el sistema climático terrestre que pueden incrementar o disminuir la temperatura del planeta.  Por ejemplo, mientras los gases de efecto invernadero causan en calentamiento, un tipo de pequeñas partículas conocidas como aerosoles, producen el enfriamiento.  Cuando los volcanes hacen erupción con suficiente intensidad, aumentan estos aerosoles, en un fenómeno conocido como “presión volcánica”.

Los investigadores han verificado el fenómeno de enfriamiento al ejecutar dos tipos de mediciones diferentes para determinar si las recientes erupciones volcánicas han producido un efecto refrigerante que pueda ser diferenciado de la variabilidad climática intrínseca.  Al medir las contribuciones volcánicas y las temperaturas de la tropósfera (la capa más baja de la atmósfera), el equipo halló que existe una fuerte relación entre los aerosoles volcánicos y la cantidad de luz reflejada por esas partículas en la superficie de la atmósfera.

Con la ayuda de observaciones satelitales se ha confirmado que las partículas volcánicas reflejaron una cantidad significante de energía solar al espacio lo que contribuye a un descenso en la temperatura.

Como apunta Alan Robock, profesor de ciencias medioambientales de la Universidad de Rutgers y experto en el estudio del impacto de las erupciones volcánicas en el clima, este estudio será de ayuda para cuantificar el impacto de las futuras erupciones volcánicas, y a la vez interpretar mejor el papel de los humanos en el cambio climático.

¿Puede el derretimiento de los glaciares provocar el brote de nuevas enfermedades?

Focas

Muchos científicos han asociado el derretimiento de las capas de hielo en el polo Norte, a ciertos cambios en los patrones climáticos que se han estado produciendo últimamente como las olas de frío intenso en el este de  Estados Unidos y los inviernos inusualmente cálidos la zona central de Rusia.

Pero hay otra consecuencia hasta ahora insospechada ligada al  deshielo polar, y es la liberación de parásitos mortales.

En marzo de 2012 patólogos especializados en vida silvestre, arribaron a la Isla Hay en Nueva Escocia y se encontraron con una inquietante escena. Cientos de focas grises sobre la rocosa costa y al menos un quinto de ellas estaban muertas, sin señales aparentes de enfermedad.

Las necropsias practicadas relevaron que las 406 focas muertas estaban infectadas con un parásito en forma de media luna que destruyó sus hígados, pero no estaba claro de qué organismo se trataba o cómo las focas contrajeron el parásito.  No fue sino hasta hace 3 días cuando en la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias, (AAAS por sus siglas en inglés), se explicó cómo el derretimiento del hielo del círculo polar Ártico, ha contribuido a dispersar este tipo de patógenos a través de los océanos.

Según lo explicaba Michael Grigg, del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas en Bethesda, Maryland, en un artículo publicado la  semana pasada en la revista Science,  el parásito en cuestión pertenece al género Sarcocystis, y no siempre mata a su huésped, las focas anilladas por ejemplo han vivido mucho tiempo con este parásito sin mostrar apenas síntomas.  Pero en las focas grises el parásito parece seguir un patrón diferente de infestación, en lugar de producir una infección leve, se dedica a destruir completamente las células del hígado.   A este nuevo parásito le han dado el nombre de Sarcocystis pinnipedi (pinniped es el nombre científico de las focas).

Como explicaba Sue Moore, biólogo oceanográfico de la Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica y Oficina de Pesca,  Ciencia y Tecnología en Seattle, Washington Dado que las focas anilladas dependen del hielo para construir un refugio para sus crías, habían permanecido aisladas de las focas grises, las cuales suelen habitar aguas más cálidas.  Pero al derretirse casi un tercio del hielo ártico durante los últimos 30 años, las focas grises han empezado a seguir a sus presas favoritas hasta el territorio de la focas anilladas. Y como sus hábitats han empezado a solaparse, estas especies han comenzado a mezclarse por primera vez, exponiéndose a nuevas enfermedades y parásitos.

Según Stephen Raverty, patólogo veterinario del Ministerio de Agricultura de la Columbia Británica en Vancouver, Canadá; la pérdida de hielo ártico está permitiendo que los patógenos que se encontraban atrapados en altitudes más altas puedan escapar, a la vez que favorece que los parásitos de habitan aguas más cálidas se muevan más hacia el norte, ejemplo de esto último, es el hallazgo de Raverty y sus colegas, del  parásito felino Toxoplasma gondii en ballenas Beluga.

Sólo el tiempo dirá si estos casos son sólo fruto de la casualidad o tan sólo una muestra de lo que está a punto de venir; y es que algunos científicos estiman que dentro de 20 años habrá desaparecido todo el hielo de Ártico…

¿Porqué se producen las glaciaciones cada 100 000 años?

Ice age

Hasta hace poco los científicos no tenían muy en claro la razón por la que  cada 100 000 años vastas regiones de Norteamérica, Europa y Asia son cubiertas por espesas capas de hielo, que en pocos miles de años retroceden para quedar nuevamente confinadas a las regiones polares, pero gracias a la ayuda de sofisticados modelos computarizados, un grupo de científicos de la Universidad de Tokio, la Escuela Politécnica Federal de Zurich (ETH) y la Universidad de Columbia, en un informe publicado recientemente en la revista Nature han desvelado la causa, y lo más curioso de todo es que parte de la solución ¡ya la había dado un matemático serbio en 1941, Milutin Milankovitch!, pero como le sucede muchas veces a los grandes genios, su teoría no fue comprendida ni aceptada en su época.

A los científicos les desconcertaba el hecho de que las eras glaciares siempre empiezan lentamente y terminan relativamente rápido,  ahora se sabe que en esto no sólo influye, entre otros factores,  la temperatura terrestre, sino también el propio tamaño de los glaciares, ya que mientras más grande es la capa de hielo, más frio debe conservarse el clima para mantenerla.   La cantidad de luz solar reflejada al espacio por estas espesas capas de hielo de entre 2 000 a     3 000 metros de espesor, en un fenómeno conocido como albedo, que evita que la superficie terrestre se caliente, no resulta suficiente para conservar estos extensos glaciares.

La radiación solar también influye:

Aquí entra la teoría de Milankovitch,  que descubrió que la Tierra tiene cambios periódicos en la cantidad de radiación que recibe, los cuales son el resultado de la superposición de una serie de fenómenos cíclicos:

1. El eje terrestre se desvía 2 grados cada 41 000 años

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2.  A la vez que su eje gira de forma muy parecida a como lo hace un trompo en  ciclos de 26 mil años

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3.  Sumado a lo anterior, la órbita elíptica de la Tierra alrededor del Sol cambia en ciclos de aproximadamente 100 000 años en dos aspectos:

  • por un lado, la orbita terrestre cambia de una forma más circular a otra más elíptica, y por otra parte,
  • el giro del eje terrestre y la rotación elíptica de sus ejes, causan que el día en que la Tierra se encuentra más cerca del Sol (perihelio) cambie lentamente en ciclos de 20 000 años; actualmente se produce a principios de enero, pero en 10 000 años será a principios de julio.

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Con base en estos cálculos , Milankovitch postuló que la radiación que recibe la Tierra en verano influye en la periodicidad de  los ciclos glaciares, lo cual si bien se ha demostrado desde 1970  que es cierto, no es la única causa, ahora sabemos que es un fenómeno que se produce por la combinación de varios factores: el clima, la cantidad de hielo en la superficie terrestre y la radiación solar.